El uso de la
calculadora en el aula ha generado a lo largo de estos tiempos serios
conflictos.
· Por un lado, es importante que los
alumnos hagan uso y reconozcan este elemento tecnológico como producto del
hombre y como herramienta útil;
· Por otro lado, nos cuestionamos la necesidad de que nuestros alumnos
calculen mentalmente para que agilicen y pongan en práctica esa habilidad
propia del pensamiento humano.
En realidad, las dos posturas son válidas y es el docente quien debe lograr el equilibrio entre ambas.
¿QUÉ ES UNA
CALCULADORA?
Esta
definición nos invita a reflexionar acerca de para qué sirve su intervención en
nuestras clases, ya que una calculadora no resuelve estrategias, no distingue
diferentes procedimientos, no se vale de la interpretación de enunciados para
evaluar resultados, ni tampoco razona.
Lo que sabe hacer la calculadora: es calcular.
Es importante
que los alumnos descubran el uso adecuado de esta herramienta, ya que no
lograrán mejor rendimiento en el área de matemática por el simple uso de la
calculadora, sino que ellos deberán:
-
Decidir que deben calcular
-
Reconocer para qué sirve el resultado obtenido
-
Decidir que operación se debe realizar para llegar a la solución
-
y juzgar si su uso es necesario
Estos pilares
son justamente el fundamento del uso de la calculadora en el aula:
“DESPOJAR A
LOS ALUMNOS DEL CÁLCULO EXCESIVO PARA LLEVARLOS A RAZONAR MÁS PROFUNDAMENTE”
Será el
docente quién evalúe la importancia de incorporar la herramienta, ya que no
será de utilidad para la enseñanza de mecanismos operatorios sino a la hora de
priorizar el razonamiento antes que el cálculo (por ejemplo en la enseñanza de
múltiplos y divisores, porcentaje, perímetros y superficies…)
Es importante
enseñar a reconocer que existen diferentes modelos de máquinas de calcular.
También descubrir que si bien se fueron modernizando en cuanto a la cantidad de
operaciones que pueden realizar hoy, su función se ha mantenido en el tiempo ya
que nunca logaron razonar, sólo logran calcular.
Srta. Anabella